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Cachai?

Cachai? es una representación teatral dirigida por Pepe de Jiménez y producida por El teatro del Buscavidas & Plan de Fugas a la que hemos asistido estos dias los profesores y alumnos de filosofía de distintos centros de Huesca.

En la web de esta compañía podemos encontrar un dossier de material para utilizar en clase que tiene como fundamento pedagógico el programa de Filosofía Para Niños y que es útil incluso sin haber visto la obra.

Cachai es una expresión cotidiana del habla chilena que significa ¿me comprendes?, ¿cómo ves el mundo que se abre ante ti?. Tomo las palabras del autor del texto que presenta la puesta en escena:

««Cachai» como titulo de la propuesta, enfatiza este aspecto esencial del término, que apunta a una forma de mirar que desoculta las estructuras, los entramados y las maquinaciones que configuran nuestra realidad y que no todos ven, por que no quieren o por que no se les permite . Porque para poder visualizar hay que conectar la mirada con el pensamiento, es decir, con la posterior reflexión y distancia crítica. La expresión Chilena «Cachai?» es una invitación a pensar por uno mismo, a comprender por uno mismo. Y la vía para la comprensión del mundo y de uno mismo es la comprensión de lo ajeno, de lo distinto, de lo diferente, de la alteridad irreductible que es el otro «.

El espectáculo nos arroja a los oscuros días provocados por el golpe de estado de A. Pinochet en Chile en 1973 narrado años después por alguien que lo vivió siendo un niño. La crudeza del relato no le impide los toques de humor y de ternura. Rescato un texto de Víctor Gómez Pin que menciona el protagonista:

«Lo propio de los hombres libres es hacer lo que piensan y no cualquier otra cosa. Y en tanto que es la existencia de uno mismo lo que esta en juego, nadie tiene derecho a decidir por nosotros de que juego se trata y como se juega. En cuanto seres libres, en cuanto aspirantes a la lucidez, nos hallamos en un esfuerzo constante por superar la pasividad, por sacarnos las telarañas del espíritu, un esfuerzo por estar erguido. La lucidez daría lugar simplemente a un mundo digno. En un mundo digno no se darían seres humanos impedidos por su condición social, en un mundo digno habría habitaciones modestas y construcciones palaciegas pero nunca refugios insalubres e indecentes. Pues que la condición humana sea trágica no equivale a que sea necesariamente miserable, lo abismal de la muerte no significa forzosamente indigencia de la vida».  

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Inevitablemente me ha venido a la memoria la canción Ojalá del cantautor cubano Silvio Rodriguez. Es una creencia popular que está dedicada a Pinochet, aunque el cantante dijo en alguna ocasión que la escribió pensando en un antiguo amor.  Sea cual sea la verdad, ahí tenéis la letra:

Ojalá 

Ojalá que las hojas
no te toquen el cuerpo
cuando caigan
para que no las puedas
convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia
deje de ser milagro
que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna
pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra
no te bese los pasos.
 
Ojalá se te acabe
la mirada constante,
la palabra precisa,
la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo
que te borre de pronto:
una luz cegadora,
un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos
que me lleve la muerte,
para no verte tanto,
para no verte siempre
en todos los segundos,
en todas las visiones.
Ojalá que no pueda
tocarte ni en canciones.
 
Ojalá que la aurora
no dé gritos
que caigan
en mi espalda.
Ojalá que tu nombre
se le olvide
a esa voz.
Ojalá las paredes
no retengan tu ruido
de camino cansado.
Ojalá que el deseo
se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno
de difuntos y flores.