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El Principito

Una de las dedicatorias más hermosas que he leído se encuentra en este libro, El principito de Antoine de Saint-Exupéry (1900 – 1944), libro que vió luz en 1943 inicialmente en Francia y que luego fue traducido a casi todos los idiomas:
«A LEON WERTH
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor puede comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona mayor fue en otro tiempo. Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:
A LEON WERTH
CUANDO ERA NIÑO»
* * *
Tras esta declaración de intenciones comienza la historia de un niño que vive en un pequeño planeta y que inicia un viaje errático hasta llegar a la tierra, huyendo de una rosa a la que cuidaba y acercándose en su deambular por las estrellas a los adultos y con ello a su madurez. He aquí dos fragmentos:
«De esta manera el Principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:
-¡ah!- dijo el zorro -, lloraré.
-Tuya es la culpa- le dijo el principito – ; yo no quería hacerte daño, pero tu has querido que te domestique…
-ciertamente- dijo el zorro.
-¡Y vas a llorar!- dijo el principito.
-¡seguro!
-No ganas nada-
-Gano!- dijo el zorro -; he ganado a causa del color del trigo-. Y luego añadió:
-vete a ver tus rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.(…)
y volvió con el zorro.
-Adiós-le dijo.
-Adiós- dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser mas simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos- repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace mas importante a tu rosa, es el tiempo que tu has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella…- repitió el principito para recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro – pero tú no debes olvidarla.
Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tu eres responsable de tu rosa….
-Yo soy responsable de mi rosa…- repitió el principito para recordarlo.»
* * *
«A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: «¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?» Pero en cambio preguntan: «¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?» Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: «He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado», jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: «He visto una casa que vale cien mil pesos». Entonces exclaman entusiasmados: «¡Oh, qué preciosa es!»
* * *